
No vendemos petisos;
vendemos mansedumbre
Este es un compromiso de responsabilidad moral; no pretendemos vender petisos, vendemos su mansedumbre.
Si los petisos van a ser montados por niños, ellos, de alguna manera quedaran expuestos a su carácter y docilidad; de manera que seria poco responsable vender un animal peligroso, agresivo, rebelde o asustadizo.
Cuando vendemos un petiso experimentamos dos sentimientos paralelos; por un lado la incertidumbre de dejar ir un animal, que cuidamos y entrenamos durante años con mucho espero, sin saber a ciencia cierta que va a suceder con él en el futuro, con sus nuevos dueños. Y por otro lado, nos inquieta el desempeño con su nuevo y pequeño jinete, nos preocupamos por que tanto padres como niños cubran sus expectativas cuando nos eligen.
Queremos que sea una alegría para los niños montarlos y una tranquilidad para los padres que ellos lo hagan. Nuestra prioridad es vender petisos mansos tanto de abajo como de arriba; haciendo hincapié en la mansedumbre de abajo. El niño tiene que poder correr, caerse, gritar o saltar alrededor del petiso sin correr peligro.
Como adultos responsables, sabemos que nadie dejará librado al azar a un niño junto a los caballos, pero sabemos cuan impredecibles son los niños y el alcance que puede tener un descuido de segundos. Es por eso que mediante un estricto adiestramiento hacemos que esos descuidos no se conviertan en accidentes.
Este es un compromiso de responsabilidad moral; no pretendemos vender petisos, vendemos su mansedumbre.
Si los petisos van a ser montados por niños, ellos, de alguna manera quedaran expuestos a su carácter y docilidad; de manera que seria poco responsable vender un animal peligroso, agresivo, rebelde o asustadizo.
Cuando vendemos un petiso experimentamos dos sentimientos paralelos; por un lado la incertidumbre de dejar ir un animal, que cuidamos y entrenamos durante años con mucho espero, sin saber a ciencia cierta que va a suceder con él en el futuro, con sus nuevos dueños. Y por otro lado, nos inquieta el desempeño con su nuevo y pequeño jinete, nos preocupamos por que tanto padres como niños cubran sus expectativas cuando nos eligen.
Queremos que sea una alegría para los niños montarlos y una tranquilidad para los padres que ellos lo hagan. Nuestra prioridad es vender petisos mansos tanto de abajo como de arriba; haciendo hincapié en la mansedumbre de abajo. El niño tiene que poder correr, caerse, gritar o saltar alrededor del petiso sin correr peligro.
Como adultos responsables, sabemos que nadie dejará librado al azar a un niño junto a los caballos, pero sabemos cuan impredecibles son los niños y el alcance que puede tener un descuido de segundos. Es por eso que mediante un estricto adiestramiento hacemos que esos descuidos no se conviertan en accidentes.

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